Los arboles en otoño

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Cómo prepararlos para el frío
Llega el otoño y los árboles, igual que las personas, se vuelven más propensos a contraer enfermedades. Con las heladas nocturnas, los días fríos y la disminución de horas de sol, nuestro jardín se ve afectado. Las fibras fotosintéticas no reciben tanta luz como en verano, y el frío provoca estragos, ya que las hojas se caen y dejan de proteger a nuestras plantas.

No todos los árboles reciben al invierno con la misma actitud. Algunos notan más la ausencia de luz y de calor. Un ejemplo de esto son los frutales, que por sus componentes energéticos requieren una mayor absorción de éstos. Por eso, en otoño se ven afectados por ciertas enfermedades. Pero aquí vamos a aprender a tratarlas, o a evitarlas en la medida de lo posible.
Fases de crecimiento

Los frutales determinan su crecimiento en base a las temperaturas externas. Por eso, existen dos fases de desarrollo. La primera, conocida como fase vegetativa, va desde el principio de la primavera hasta que llega el otoño. Durante esta época, las plantas renacen, aparecen sus flores y sus frutos, y vuelven a verse cubiertos de hojas. El final de esta fase llega cuando las hojas se tornan de nuevo de un color terráqueo, y sus ramas vuelven a quedar desnudas.

A la fase vegetativa le sigue la de reposo. Se extiende desde el final del verano hasta la llegada de la primavera siguiente. Durante esta etapa los árboles permanecen dormidos, las yemas están cerradas, y no existe ninguna actividad vegetal.

Son las propias plantas las que, a pesar de este contraste continuo entre frío y calor, regulan su crecimiento a través de un balance interno. Pero no dependen sólo de ellas mismas: a veces se ven afectadas por los factores climáticos, que también establecen cómo y cuánto debe crecer una planta.

Con el calor activan el crecimiento. Con el frío caen las hojas, e igual que una persona que no se abriga puede caer enferma, al árbol le ocurre lo mismo. Además, al desprenderse las hojas, se abre una herida en la rama, desde la cual puede contraer infecciones imperceptibles.







Vacunas para tus frutales

Existe un método muy sencillo para prevenir que nuestro frutal se vea afectado por los hongos, una enfermedad muy típica del otoño que puede llegar a pudrir un árbol. Con las buenas temperaturas, las lluvias y la humedad adecuada, la planta está protegida automáticamente. Pero cuando no se dan esos tres factores juntos, tenemos que echarle una mano:



Según el tipo de frutal, realizaremos el tratamiento cuando se haya caído una cantidad de hojas. En los que dan frutos con hueso tendremos que esperar a que se hayan caído el 75% de las hojas. En los de pepita, basta con que se caigan la mitad.

El tratamiento lo realizaremos con productos que activen los mecanismos de defensa de la propia planta, como loscompuestos ricos en cobre.


Añadiendo los pétalos caídos a la tierra actuarán como vacuna biológica para inactivar los hongos y otras infecciones, ayudando así a la autodefensa del árbol.





Un ejemplo práctico: el níspero

Al igual que otros frutales, el níspero se ve afectado cada otoño por el hongo moteado. Cuando esto ocurre, aparecen manchas en los frutos y las hojas. Para evitarlo, hay que quitar los frutos y brotes secos de sus ramas, e impedir que queden parcelas deshabitadas a su alrededor, que aumentan el riesgo de ataque por parte del hongo.

Con estos cuidados conseguiremos tener unos árboles frutales sanos en otoño, y unos frutos deliciosos en verano. Además, contribuiremos a preservar el medioambiente, y evitaremos que nuestro árbol sufra por algo que podríamos haber impedido.

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